Buganvilias, oraciones y políticos corruptos

El próximo sábado cumpliré 18 años de haber volado lejos de ese pedacito de tierra en mi trópico lejano, así que decidí celebrarlo trayendo un poco de primavera a mi sótano.  Siempre he querido tener una buganvilia enorme y un árbol de jacaranda en la entrada de casa.  Lo del árbol de jacaranda va a ser complicado, pero justo encontré una especie de buganvilia bonsái en una floristería en el centro. Haciendo cálculos y rebuscando monedas de los bolsillos de mis chaquetas (porque estamos a final de mes) me dirigí a la floristería, con la esperanza de poder entender las instrucciones de cuidado para la incauta buganvilia, que no sabe que soy una asesina de plantas.

Lamentablemente desde el país de la eterna primavera me han llegado noticias de inestabilidad e indignación, con las acostumbradas salpicaduras (por no decir inundaciones) de corrupción y mentiras en cantidades industriales. Tal vez ese deseo, de que mi gente allá pueda tener todo lo que aquí damos por sentado, es lo que ha detonado este ataque de amor patrio.  Hace 18 años los ataques de melancolía se mitigaban con fotos, cartas y alguna llamada telefónica esporádica. Ahora gracias a Internet es tan fácil como dale al play tantas veces como sea necesario. Ahora es posible leer distintos puntos de vista sobre el mismo problema, incluso se puede participar en manifestaciones de forma virtual.  Internet ha hecho que la voz de los que estamos lejos pueda ser escuchada.  Pero a veces compartir fotos, videos y hashtags no es suficiente.  Sabemos que necesitamos un cambio estructural, necesitamos nacer de nuevo.  Necesitamos la renovación de nuestra mente como país, necesitamos admitir que necesitamos ayuda.  Necesitamos a Dios.  No necesitamos religiosidad, necesitamos nacer de nuevo, necesitamos a Dios.

Mi oración es por aquellos que tienen el poder de hacer algo, para lo hagan.  Mi oración es por la gente buena, para que no se resigne ni se amedrente, ni se cansen de hacer lo bueno.  Mi oración es por los que no pueden hacer nada para cambiar la situación del país, para no pierdan la esperanza.  Mi oración por los que se empeñan en ensuciar el nombre de mi tierra, es que sus corazones sean trastornados y quebrantados, y si se arrepienten, que Dios tenga piedad de ellos, aunque las consecuencias de su voracidad y negligencia las tengamos que sufrir en los años venideros.

Mi oración por mi tierra es que algún día lleguemos a ser verdaderamente libres, soberanos e independientes.

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