Carta a mi niño apadrinado

Te deseo una muy Feliz Navidad al lado de tu familia y amigos y mi oración es que el próximo año alcances tus metas y poco a poco te acerques a tus sueños. La navidad es el tiempo perfecto para agradecer por lo que Dios nos ha dado, por su inmenso amor al ofrecernos la salvación y compartir con otros de lo mucho que Dios nos da. Pídele al Señor que me dé trabajo suficiente para poder seguir apoyándote, al igual que alguien me apoyó a mí cuando era niña. Comparte tiempo, amor, servicio y lo que tengas en tus manos ahora mismo, porque aunque tu pienses que no es mucho, puede significar mucho para alguien más. Sueña, planifica, ora y trabaja mucho, porque tenemos un Dios que puede hacer más de lo que nos imaginamos (Efesios 3:20). Disfruta los tamales y el ponche, y cómete uno por mí  🙂

¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres (niños y niñas) de buena voluntad!

Recibe un gran abrazo muy grande desde el otro lado del mundo.

La chica del sótano.

35 años después…

Sigo perfectamente acompañada de mis arañas y dudas existenciales. Después de un largo día de trabajo llego a una casa vacía, no tengo auto, ni siquiera carné de conducir, y una larga lista de no tengo.  No tengo miedo a fracasar.  Después de todo soy una solterona con un trabajo mediocre muy lejos de casa que no puede permitirse una mochila nueva, ¿me puede ir peor? Pero no tengo miedo fracasar porque cualquier mejora por pequeña que sea es ganancia. No tengo rencor ni amargura contra Dios porque no tuve mi final de cuento de hadas.  El príncipe encantador y el «vivieron felices y comieron perdices» no está en la Biblia.  Tampoco tengo miedo de saltar al vacío porque mi paracaídas siempre se ha abierto, porque para siempre es su misericordia.

Pero en mi haber tengo mucho más.

Tengo ganas de hacer algo, de hacer la diferencia, pero a mi manera.  Quiero tocar el mundo de la misma manera que Jesús tocó mi vida hace 30 años.  Tengo una mente curiosa y con ganas de aprender.  Y en este punto debería agradecer a mis padres, porque fueron ellos los que no limitaron mi aprendizaje al horario escolar.  Tengo la mejor red de amigas que una persona puede tener, de esas que escuchan y retan, que están en diferentes etapas del camino y me animan con su ejemplo o me animan a ser ejemplo.  Tengo una buena reputación entre colegas y superiores.  Sé que cuando siga mi camino dejaré un vacío y un buen recuerdo en sus empresas y eso es algo que no todos pueden decir.  Tengo una iglesia que, a partes iguales, me brinda consuelo y me reta a salir de mi área de comodidad. Tengo padres sensatos y maduros, a los que puedo acudir en momento de confusión.  Tengo el perfecto amor del Padre Celestial.  Ese que mueve montañas y parte las aguas, y aunque no mueva las montañas que yo quiero que mueva, ha prometido estar conmigo hasta el fin de mundo (o de mi existencia, lo que ocurra primero)

Tengo 35 años y tengo todo lo que necesito