¿Qué puedo decirte pequeña de ojos verdes que no hayas escuchado ya?. A estas alturas tu muro está lleno de despedidas y pésames. Eres esa semilla que cayó a tierra y murió para llevar mucho fruto. Camino a la muerte tocaste la vida de cientos de personas, personas que como yo tal vez, esperábamos secretamente un final distinto para tu historia. 24 añitos, ¿no podía el Creador haberte dado más?
Tu vida me enseñó que no todos estamos hechos para lo mismo. Intenté venderte, en nuestras pocas pláticas, la idea de volver a casa, asistir a la universidad y llevar una vida normal. Lo que yo no sabía era que el Creador tenía otros planes para ti. Regresaste a casa y pusiste tu propio negocio, ¡qué valiente!. Es que algunas personas como yo no somos nada fuera de un aula, sin exámenes ni notas. Gracias por compartir conmigo esas mañanas cuidando niños para sacar unos euros extra.
Tu enfermedad me enseñó el valor de la transparencia. No te pusiste la máscara de la falsa espiritualidad, nos enseñaste los altibajos del camino que te llevó a la presencia del Padre. Fuiste valiente al darle una oportunidad al amor. Seguiste trabajando tanto como te lo permitía tu cuerpo. Te diste la oportunidad de llorar, de dudar, de sentirte amada y de experimentar la paz que sobrepasa todo entendimiento. Fuimos testigos de tu fe tambaleante y del aplomo con el que decidiste celebrar tu último cumpleaños y preparar tu funeral. En medio de esa montaña rusa de emociones y deseos reflejaste fielmente a Cristo. Me enseñaste que de la tristeza y desesperación puede nacer la belleza. Cuanto más oscura es nuestra noche, más brilla la luz de Cristo. Gracias por recordármelo.
Este blog, pequeña de ojos verdes, es en parte fruto de las vidas que tocaste. Al poco tiempo de haberlo abierto tuve ganas de abandonar, pero tu ejemplo me ayudó a seguir adelante. La semana pasada, mientras yo intentaba sentirme agradecida por un año más de vida, tú preparabas tu funeral (y digo intentaba porque desde hace varios años cumplir años es más una bofetada que una bendición). Tu último post me puso los pies en la tierra. La vida es corta, nadie la tiene garantizada, y para los hijos de Dios no se trata de honrarnos a nosotros mismos, sino de glorificar al Padre con los pocos o muchos años que vivamos. Eso es lo que intento hacer desde aquí pequeña. Gracias por recordármelo.