«De las cenizas surgirá la belleza». Es una frase preciosa, muy gráfica. Algo muerto puede albergar vida, y más aún, belleza. Tengo el privilegio de conocer a personas cuyas historias son el testimonio vivo de que el Dios de la Biblia es el Dios de las segundas oportunidades. El arco iris es la señal de una segunda oportunidad para la humanidad después de que su perversión llegara a limites no documentados. El nacimiento de Cristo es una segunda oportunidad de reconciliación entre dos bandos opuestos: la luz y la oscuridad. El reino de los cielos se ha acercado, para recordarnos que tenemos una opción diferente a nuestras propias miserias antes de que todo sea creado de nuevo.
Hace unas semanas, hablando a un grupo de mujeres, les dije que a veces vivimos tan preocupadas intentando vivir vidas perfectas y de no cometer errores, porque tenemos temor de echar a perder el plan de Dios para nuestras vidas para siempre. Pensamos que somos tan poderosas como para destruir por completo ese plan. En ese momento un profundo sentido de alivio me llenó de pies a cabeza, porque entendí que mi incompetencia es limitada, pero Su gracia no. Cuidado, esto no es una licencia para pecar libremente. El libertinaje es incompatible con el conocimiento de Dios, nadie que conoce a Dios y sabe que él es santísimo, se siente en libertad de pecar y pedir perdón, como si de una máquina expendedora se tratara. Pero incluso los corazones más consagrados tienen su lado oscuro y necesitan un abogado para con el Padre. Y eso es una segunda oportunidad.
«No somos tan poderosas como para destruir por completo el plan de Dios para nuestras vidas». Curiosa frase viniendo de un corazón atribulado. Belleza de las cenizas. Esperanza.