El espejo del alma

Tocar fondo no siempre huele mal, se ve desaliñado o termina en la cárcel. No hace falta declararse en bancarrota para saber que se ha fracasado. No hace falta llegar a los harapos para llegar al punto más bajo y sumir a una persona en una crisis existencial. Algunos con tal de evitar los harapos y la bancarrota traspasan todos los límites por una ilusión poder y gloria.

Se puede fracasar como político rodeado de amigos influyentes ganando unas elecciones. Se puede fracasar como padre pagando una carrera en Oxford para tu heredero. Se puede fracasar como líder recibiendo premios a la excelencia por tu trabajo. Se puede hablar se éxito maquillando la vergüenza interna. Se pueden fingir sonrisas, aunque los ojos delaten almas irremediablemente rotas. O tal vez solo temporalmente rotas.

Unos pueden abren los ojos a su realidad moral mientras le roban comida a los cerdos, otros lo hacen en un jacuzzi en una suite del Ritz. Unos necesitan del aplauso de multitudes para escuchar esa lucha interna que llevan ignorando como quien escucha llover. Otros necesitan premios para darse cuenta de que sus sueños de infancia no han muerto. Compañías sofisticadas y elegantes para recordar a los que siempre están dispuestos a perdonar, y lo olvidados que viven en la memoria.

No hay nada oculto que no haya de ser revelado. No hay nada tan roto que no pueda ser reparado. Nunca es tarde para volver a casa.

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