Clientes, jefes, colegas y otras relaciones interpersonales.

¿Y si el mejor consejo sobre negocios ya ha sido dado? ¿Y si el mejor discurso sobre atención al cliente ya ha sido dicho?¿ Y si el mejor manual sobre recursos humanos se pudiera resumir en una linea? ¿Y si ese principio, conciso pero profundo, aplicara a todas las relaciones interpersonales?

Trata a los demás como quieres que te traten a ti.

¿No se reducirían los chismes en el lugar de trabajo? ¿No se buscaría la colaboración en lugar de la manipulación? ¿No se fomentaría la confianza entre proveedor y cliente porque los dos buscan el beneficio común? ¿No tratarían los gerentes y directores de empresas con más dignidad y transparencia a sus empleados, porque ellos mismos son empleados de alguien más? ¿No se lucharía con uñas y dientes por la fidelidad en el matrimonio? ¿No se apoyaría más a las minorías en la sociedad? ¿No se defenderían los derechos de los que no tienen voz? ¿No pensaríamos en las consecuencias de nuestras palabras antes de hablar? ¿No reformaríamos nuestro estilo de vida si este destruye la vida de otras personas al otro lado del mundo? ¿No se acabaría la corrupción de unos y la pasividad ante la corrupción de otros? ¿No amaríamos de forma más activa y no tan pasiva?

Trata a los demás como quieres que te traten a ti.

O dicho de otra manera, si te gusta la idea de justicia, practícala tú primero.  Si te repulsa la idea de que alguien se aproveche de ti sexualmente, defiende la pureza.  Si no quieres que tu honor sea mancillado, no difames. Si no quieres que se aprovechen del fruto de tu trabajo, no te aproveches de nadie y no apoyes a los que lo hacen.

Trata a los demás como quieres que te traten a ti. Esta es la regla de oro de las relaciones interpersonales.

 

Ecología y autoestima (parte 2)

Ser en lugar de sólo parecer.

Ser auténtico en lugar de parecer auténtico.  Ser “cool” en lugar de parecer “cool”. Ser elegante en lugar sólo parecerlo.  El problema es que parecer es mucho más fácil que ser.  Y es más fácil porque no hay que sacrificarse fortaleciendo el carácter, basta con aprender un par de trucos, un par de frases hechas y la nueva temporada la tienda X para conseguir la aceptación de los demás.  No somos lo que vestimos, no somos lo que tenemos, porque ya se sabe, la mona aunque se vista de seda… será una mona con estilo. Y lo peor es que no importa cuánto invirtamos, en tiempo y en dinero, siempre habrá algo que no tenemos, algo que nos gusta y que promete ser una inyección de adrenalina para el autoestima. Y así se nos pasa la vida y los euros, intentando que el autoestima se mantenga en niveles dignos, o por lo menos tolerables. Mientras tanto la sinceridad, generosidad, lealtad o compasión siguen siendo invisibles a los ojos materiales.

“Esto es un depósito de basura nueva” es la imagen se me vino a la mente cuando hacía cola para pagar en una tienda, toda esta ropa, cosas de casa y demás “chunches” (cosas no necesariamente útiles) que hay en esta tienda, más pronto que tarde terminarán rotas, desfasadas o alguien se aburrirá de ella.  “Todo esto es futura basura”

Vanidad de vanidades, dijo el predicador, todo es vanidad.

Disfrutar más y necesitar menos.

El día que disfrutemos más y nos sintamos cómodos con lo que nos hace únicos, ese día seremos felices.  El día que entendamos que lo que nos cubre no nos define como personas, ese día habremos madurado.

Disfrutemos conociendo a las personas, escuchando sus historias y entendiéndolas.  Escuchar es una virtud, acumular no.  El dominio propio es una virtud, el derroche no lo es. Y si no te gustaría que una empresa multinacional explotara a tu padre o a tu madre, ¿por qué aceptar que se aprovechen de los padres y madres de otras personas al otro lado del mundo?  Si la contaminación de los ríos de tu país te ofende, ¿por qué la contaminación de los ríos ajenos no te indigna?

El día que encontremos contentamiento con lo que somos en lugar de en lo que tenemos habremos progresado.  Contentamiento con lo mucho o lo poco, con lo nuevo o con lo antiguo, compartiendo en lugar de acumulando.

El contentamiento es una actitud del corazón, no un sentimiento.  Es más bien una decisión, al igual que el consumo responsable.  Cerrar los ojos ante las consecuencias reales de nuestro estilo de vida no alivia la situación.  Ojos que no ven, corazón que de igual forma sufrirá las consecuencias.

No soy lo que parezco y otros crímenes medioambientales

El cambio de temporada, invierno primavera, es la oportunidad perfecta para darse cuenta de la cantidad de prendas que han vivido estos últimos cuatro meses sin que yo las echara de menos.  Es como una relación disfuncional, yo no las necesito, ellas no me buscan pero no ponemos fin a nuestra “no” relación.

Las preguntas son las misma todos los años: ¿en qué estaba pensando cuando acepté o compré toda esta ropa? Y ¿a dónde va a parar toda esta ropa que está en buen estado? Sería una pena que termine pudriéndose en algún vertedero, pero seguramente es lo que sucederá.

El verdadero problema.

Para producir un kilo de pantalones jeans se necesitan cientos de litros de agua.  Para crear el efecto envejecido en unos pantalones jeans se necesita arena de silicio, que resulta ser tóxica para los trabajadores (por no decir que para los consumidores también). Las fibras sintéticas que se mezclan con las naturales provienen del petróleo.  Se utilizan cada vez más terrenos fértiles para cultivar algodón en lugar de dedicarlo al cultivo de alimentos.  Los tintes con los que se da color a la ropa son tóxicos, y terminan contaminando ríos en países con una legislación laxa sobre el tema. La lista de “pecados” es extensa, pero creo que ya nos hacemos una idea sobre la gravedad del tema.

La verdadera pregunta.

Dado que los armarios son el hábitat perfecto para esos seres que prometen el cielo y la tierra cuando están exhibiéndose en una tienda, pero ahora parecen hacerse los desentendidos, mi pregunta es ¿cuál fue la verdadera motivación detrás de esa compra?

¿realmente lo necesitaba o fue un intento por mejorar un mal día? Tal vez pensé que esa prenda me ayudaría a impresionar a alguien, me haría parecer sofisticada e interesante…

Esa es la clave, parecer en lugar de ser.  Es más fácil parecer algo en lugar de serlo realmente. ¿Por qué necesitaba parecer? ¿acaso a mis allegados les molesta mis pantalones de segunda mano? Hasta ahora nunca se han quejado. Y si mis seres queridos no les importa mi ropa de segunda mano, ¿por qué me molesto en intentar impresionar a personas que ni me conocen ni les importo? Y en mi intento por mantener cierta apariencia, alimento la bien nutrida maquinaria de producción y consumo desmedidos. Esa que nos pasa y nos seguirá pasando facturas en forma de anomalías medioambientales, esclavitud disfrazada de precariedad laboral y compradores compulsivos cada vez más vacíos y pobres.

Continuará.