Clama

Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.

Cuidado con lo que preguntas. Puede que la respuesta no sea la que quieras oir. Puede que el momento no sea «oportuno». Puede que al principio no sepas como encaja la respuesta con lo que crees que sabes. Tal vez no parezca suficiente, una respuesta incompleta. Pero es lo que necesitas saber. La respuesta es fiel y verdadera.

Confiamos, por eso existimos.

Salir de vacaciones implica muchas decisiones, algunas de ellas vitales, como ¿a quién le pido que cuide mis plantas? Las personas normales le piden favor a sus vecinos. Ser un buen vecino es una obligación implícita en la sociedad alemana. No se puede ser buena persona sin ser buen vecino. Hay que confiar en esa persona con la que interaccionas 1 minuto y en ese minuto debes decidir si le vas a dar las llaves de tu casa por dos semanas. Confiamos en marcas, en medios de comunicación, instituciones, etc que comparten los mismos valores que nosotros. Y luego están los vecinos, en los que confiamos porque sí.

Algunos entienden la confianza como algo absoluto e indivisible. Como un gran queso que se regala completo o no se da. Alguien merece todo ese queso o no lo merece.

Personalmente no me siento cómoda hablando en términos absolutos de asuntos humanos. Sabiendo que nadie (individual o colectivamente) es absolutamente bueno o malo, nadie tiene TODOS los datos necesarios para emitir juicios 100% objetivos, prefiero hablar de confianza selectiva o por departamentos. En realidad confiamos parcialmente en las personas, por ejemplo. Acudimos a unos o a otros dependiendo de la situación. Los niños acuden a mamá buscando consuelo pero cuando necesitan dinero buscan a papá. Al amigo tecnológico no le pedimos consejo sobre recetas fáciles (por lo menos yo no conozco nadie que se maneje con relativa soltura en ambos campos). Si quiero hablar de historia no acudo a la misma persona que sabe cuáles son los restantes de moda. Quiero decir que acudimos a unos o a otros según lo que necesitamos, confiando en su criterio y saber hacer.

La confianza se gana, dicen algunos. Yo creo que la confianza viene del conocimiento que tenemos de la otra persona. Es complicado confiar en alguien a quien no conocemos, aunque no es inusual ver a alguien y dejar que nuestro cerebro se ponga creativo y cree una identidad falsa alrededor de un perfecto desconocido. No confiamos en la persona real, sino en el producto de nuestra imaginación. Drama, drama.

La confianza, como todo lo que está vivo, crece, germina, o se rompe y muere. Y como con los autos que cada cierto tiempo deben pasar una revisión técnica, la confianza debería tener algún tipo de revisión, y la razón es muy simple, todos estamos en constante cambio. Estamos nuestras ideas no son inmutables, evolucionan según estamos expuestos a nuevas ideas, nuestras habilidades cambian, se ven afectadas por el paso del tiempo. Nuestra confianza en seres volubles, esclavos del tiempo, no debería ser absoluta.

«Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos» Hebreos 13:8