Community Manager por accidente

Como cuando te ves en la obligación de a dar palabras a lo que la intuición tiene claro. El correo electrónico empieza así: querida tú, gracias por la charla de ayer. He pensado poner por escrito como yo entiendo las redes sociales para que puedas tener una perspectiva más completa de lo que hago y cómo lo hago. Ponte cómoda, aquí va mi decálogo.



1. Las redes sociales tienen potencial de ser una fuente de inspiración o miseria dependiendo de la gente de la que te rodeas (como todo en la vida). Si sigues a buenos creadores de contenido aprendes, si no, pierdes tu tiempo y ganas contracturas de hombro y brazo.

2. La competencia tiene potencial de inspirar. La verdadera competencia es conmigo misma, ¿comunico con más claridad y de forma más creativa que ayer?

3. “Sorprender” al algoritmo es muy complicado, no podemos darnos el lujo de ser predecibles.

4. Las redes sociales son muy flexibles y cambiantes. Tal vez todo cambia demasiado rápido pero aprendes haciendo. «Learn as you go». Lo que funcionó hace tres meses, dentro de tres meses ya no funciona. Renovarse o morir. Como todo en la vida.

5. Lo que necesitas para manejar las redes puedes aprenderlo en las redes, hay que buscar fuentes de inspiración y practicar. La imperfección perfecta tiene su arte, y toma tiempo dominarlo.

6. Generosidad es la regla para mantener a los seguidores que ya tenemos. Que el público aprenda algo o se sienta inspirado por un post es lo que los mantiene con nosotros. Busco «¡awww!» Y ¡ohhh!». Busco romper moldes, clichés y abrir la oportunidad a nuevas ideas. O por lo menos a considerar la posibilidad de nuevas ideas.

7. Nuestro público meta se aburre muy rápido. Tengo 3 segundos para captar su atención. (“la prueba del parpadeo”). También estos chiquitos impacientes merecen educación pública de calidad.

8. Menos es más.

9. Think outside the box (¡por favor!)

10. Puedo ser antropóloga, socióloga, diseñadora gráfica, fotógrafa y DJ durante unas horas, o por lo menos tengo la ilusión de serlo. Gracias por darme la oportunidad.

Esta es una de esas veces donde pienso «esto no me lo enseñaron en la escuela», pero es que no había nada esto cuando yo estaba en la escuela. Learn as you go. Me dieron el trabajo por lo que he aprendido, lo que me mantiene es la capacidad de seguir aprendiendo, renovación del entendimiento sin conformarse a este siglo.

Mr perfect

 

Hace menos de dos horas tuve una conversación con un alumno sobre este tema precisamente, la frustración y la tolerancia al fracaso.

En un ejercicio de escuchar, algunos alumnos se limitaron a leer la transcripción en lugar de escuchar y tomar notas. Al final les di un pequeño rapapolvo, porque no me sirve de nada que ellos hagan los ejercicios perfectos en clase pero en la vida real se queden con cara de whaat?.

«La vida real no tiene subtítulos, hay que aprender a escuchar». Ese fue mi gran argumento. (¡Cómo se nota que nunca han vivido en otro país!, si no, sabrían que poner cara de entender todo es puro instinto de supervivencia).

Uno de ellos se quedó al final para justificarse un poco. Él se siente inseguro (¡y quién no!). Quiere ser capaz de entender TODO. Quiere, con sólo 150 horas de clase, no cometer errores, quiere aprender sin pasar por la frustración de no saber.  Si hay que equivocarse, mejor que sea en un aula o en casa. 

 

Despacio,con tranquilidad…

Crecí pensando que la lentitud era uno de mis mayores defectos, pero tal vez  sea mi súper poder. Lenta para despertar, para comer, para ducharme, para estar preparada (para lo que sea) para procesar información nueva, para sentirme agusto con situaciones nuevas, para solucionar problemas, para conocer a otros y conocerme a mí misma, lenta para todo…

Pero cuando lo consigo, imparable como manada de elefantes.

Disfrutadlo.

Los primeros 45 minutos de clase

Título original: perfil de los que posiblemente no aprenderán otro idioma (parte 1)

La vida da vueltas.  Vivir en un sótano no estaba en mis planes, tampoco lo era trabajar dando clases de español tan lejos de la eterna primavera.  Trabajo con adultos que, por amor, negocios o deseos de aventura, invierten tiempo y dinero en aprender el idioma de Cervantes. Disfruto conociendo nuevas personas, sus historias, pero sobre todo descifrando (o adivinando) cómo procesan, almacenan y recuerdan la información que les doy.  Son un rompecabezas gigante que debo resolver en 45 minutos porque si no, no vuelven. La edad es un factor importante, con la edad se pierde rapidez para procesar, almacenar y para echar mano de esa información ya almacenada. También es cierto que a aquellas personas ya hablan un segundo idioma se les facilitará un tercero.  Igual de cierto es que para los que entienden cómo funciona su lengua materna, aprender otro idioma será menos… complicado.  Pero esto de la madurez lingüística (o trasfondo académico) es una arma de doble filo. Ya veréis por qué.  Llegado este punto debo hacer una aclaración: no soy maestra de español de profesión, sólo una maestra de vocación y siempre dispuesta a aprender.

Perfil de los que posiblemente no aprenderán otro idioma

Esto no tiene nada que ver con la inteligencia, sino con la capacidad de desenvolverse en un medio extraño.  Es verdad que la habilidad natural ayuda, pero no es determinante, como en otras tantas áreas de la vida. Pero la habilidad natural puede ayudar para aspectos como la pronunciación, pero la corrección viene con la práctica y la disciplina, como en otras tantas áreas de la vida.

Los que no se sobreponen a la frustración inicial del balbuceo

Creo que invierto más energía intentando reducir la frustración de mis estudiantes que dando contenido nuevo.  Ya sea por prejuicios hacia el español o por sus propias inseguridades, los adultos se frustran como niños.  Los niños tienen la ventaja de poder expresar su malestar con libertad y desconectar, mientras que los adultos deben mantener la compostura y la profesionalidad. El hecho de no poder comunicarse al mismo nivel y a la misma velocidad a la que lo harían en su lengua materna causa frustración.  Seguramente han olvidado que no nacieron sabiendo hablar así de bien, que fue un proceso de muchos años en el que intervinieron muchas personas. Algunos quieren hacer frases elegantes y complicadas, dar charlas sobre el sentido de la vida, o explicar las metáforas ocultas en el cine de autor, cuando ni siquiera entienden lo que el camarero les dice en una cafetería en Andalucía.

Quizás sea verdad que los adultos no tenemos tiempo para invertir en procesos, queremos resultados, y los queremos ya.

También es frustrante ver cómo cometes el mismo error una y otra vez. Y mira que lo sabes, hasta usas marcadores de colores para verlo bien, pero no funciona.  Bien dicen que el hombre es único animal que  tropieza dos veces con la misma piedra. Alguien escribió que los grandes hombres no aprenden idiomas, porque para hacerlo hay que pasar por estúpidos.  Y es cierto.  Hay que estar dispuesto a no entender, a que no todo el mundo sea amable y paciente mientras intentas formar una oración de tres palabras, a que se rían por tu pronunciación, en definitiva, a volver a tener dos años de edad (con la desventaja añadida de que nadie pensará que te ves adorable balbuceando).

Personalmente encuentro esa pérdida temporal del habla bastante enriquecedora, porque te obliga a usar toda la comunicación no verbal que usan los niños.  La amabilidad, generosidad y empatía se pueden transmitir perfectamente sin palabras, como los niños.