¡Dile que me ayude!

Le dije que pidiera aceite y lámparas a las vecinas, no que fuera a la entrada de Betania a esperarte. Dile algo, porque después de todos estos años y todo mi esfuerzo por convertirla en una mujer de bien, una mujer de su casa, de su familia, no puede evitar hablarle a extraños. Dile algo porque a mí no me hace caso. Yo solo quiero evitar que hablen mal de ella, que tenga las oportunidades que yo no tuve. Dile algo porque tiene que asumir sus responsabilidades en esta familia.
Ella debería estar en la cocina, con las vecinas y amigas que vinieron a ayudarme y me preguntan por ella.
Dile algo, porque se escabulle, no te sirve como yo. Yo lo doy todo por ti, mis mejores recetas, mis mejores ingredientes, agua y toallas para tus pies, una casa limpia, una mesa elegante. Ella no te da nada, solo te escucha. Si lo único que hace de buena gana es pasar tiempo contigo y los tuyos ¿quién la va a querer como nuera? Es en ocasiones como esta que ella puede demostrar a las que vinieron a ayudarme que es capaz de cuidar a su marido y llevar su casa en orden, pero solo se sienta a escucharte.
Dile algo, porque no logro que me entienda.

Dile algo, porque no quiero que hablen mal de mí como hermana mayor. No quiero que digan que fracasé. No quiero que las que siempre me cuestionaron crean que siempre han tenido razón. No quiero que se cuestione mi habilidad de llevar mi casa y mi familia en orden. Dile algo porque tengo razón, yo solo quiero lo mejor para ella. Quiero evitarle los golpes y sufrimientos que le esperan a los que no encajan. Dile algo porque ya no me escucha.

Marta, Marta…